jueves, noviembre 24, 2005

La noche

Todavía estaba obscuro, me sentía aturdido, como aquellas tardes donde te recuestas y al levantarte sientes que son las 6 de la mañana y el reloj en realidad apenas recorrió 4.

Todo estaba extraño, en casa no había un solo ruido, en la calle ni una sola luz, la única luz era la de los carros que pasaban aleatoriamente dando un momento para que pudiera intentar localizar algo entre la penumbra; de repente, mi corazón se enfrió, dio un vuelco, mi cuerpo se paralizó, mi cerebro no pudo procesar la información que en ese momento estaba obteniendo de mis ojos. En la esquina, unos ojos de color rojo estaban mirandome, fijos, sin pestañear. Sin poder quitar la mirada de aquello que fuera sentí que era arrastrado hasta el interior de esas luminarias, adentro de ellos había dolor, llanto, lujuria, todo lo que me enseñaron que era pecado estaba ahi dentro.

Con voz angelical (nunca la he escuchado, pero supongo que así era) me pregunto si habia algo de lo que me arrepentía, si algo de lo que yo veía en sus ojos era algo de lo que tenia que arrepentirme, yo le contesté en cuanto mi cerebro hizo reaccionar mis cuerdas bucales, que no existía ninguna sola cosa de la cual me arrepintiera. El ente sonrió, salió de entre las sombras y me entrego un sobre. Me dijo: Abrelo cuando te arrepientas de algo, talvez vuelva yo, o talvez otro venga, pero sabemos donde vives, sabemos lo que haces, dices y hasta lo que comes.

Dió la vuelta y alcanze a preguntarle ¿que sucedería si nunca me arrepintiese? El contestó, lo harás, algún día lo harás.

Se perdió en la obscuridad, más alla de lo que podian ver mis ojos. Aún tengo el sobre pero no me he arrepentido, solo espero que cuando el regrese yo esté listo para ir con él.

Fin

No hay comentarios.: